jueves, 10 de abril de 2008

HAY QUE GRITAR DE NUEVO

Madrid, Cádiz, Valladolid,
Cullera, Igualada, Aranda de Duero,
Tarragona, Albox (Almeria), Samuño (Langreo)
Xixona (Alacant), Ciudad Rodrigo (Salamanca), San Sebastián de los Reyes (Madrid)
hoy...Alovera (Guadalajara),

Seguiremos gritando...

Laura, María Victoria, María José,
M.G.S.V., ????, H.S.S,
Sanaa Haddadi, Juana, Patricia,
Lídia, Mina, Maria Eugenia

hoy...Sylvina Jannette

hasta que nos escuchen...

No nos callarán

11 comentarios:

Sasian dijo...

Gracias a Uroboros. Gracias por no permitir que se nos escape ningún grito.

un sonoro beso

Isabel Martín dijo...

cada nueva noticia es más espeluznante si cabe.

gritemos, bien fuerte!

RENATA dijo...

seguro que no nos callaran...a ustedes alli a nosotros aca...
si gritamos juntos, que bueno que estaria eso!!, menos nos van a callar!!, asi que con fuerza!!!.

ybris dijo...

Hasta enronquecer y más.

MOIRA dijo...

Gritar me vale si alguién enalgún lugar es capaz de escuchar..
Pero loque se necesita son aciones..ACTUAR..movernos..que esa cegata justicia pueda ver la luz donde hay tanta oscuridad..

Si mientras tanto solo nos queda gritar..

GRITAREMOSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

Anónimo dijo...

Y tenemos que ser muchas quienes gritamos, para que cuando se nos quede ronca la voz, haya otros gritos, multiplicándose por mil, dándonos el relevo hasta que volvamos a gritar.
Qué asco, por dios.

Anónimo dijo...

Mierda!!! más gritos...

Maitena dijo...

es un poco largo pero tengo que sumar este grito que ha llegado a mi correo.

El grito de Santa
Santa tenía 22 años y un embarazo de tres meses. La mataron a golpes y a puñaladas en un hotel de veinte habitaciones. Su pareja se paseó por el barrio durante toda la madrugada con la camisa ensangrentada. Pero a ella recién la “descubrieron” muerta dos días después. Para ponerle un límite a la impunidad, su hermana Yaniris junto a las mujeres de la comunidad dominicana por primera vez rompieron el silencio y se movilizaron para reclamar que la justicia y la embajada cumplan con su tarea.

Santa Uceta Durán tenía 22 años, un embarazo de tres meses y una pareja violenta. Era dominicana y había llegado a Buenos Aires hace tres años para sumarse a su hermana Yaniris y al destino de miles de mujeres que buscan acá lo que no encuentran en su país: dinero para subsistir. Aquí nadie la conocía por su increíble nombre, Santa, sino por los apodos de fantasía con los que aprendió a sobrevivir. Desde hacía un año y medio se había enamorado de Alejandro César Rojas, un muchacho de 30 años, que por entonces trabajaba de taxista y con el que al poco tiempo comenzó a convivir. Muy pronto, él perdió el trabajo y Santa tuvo que compartir el departamento con Yaniris. Así su hermana descubrió cómo funcionaba la pareja. “Si él llegaba y la encontraba descansando en el sillón, el saludo era un golpe en la cabeza”.
Santa perdió dos embarazados y éste la tenía preocupada, así que estaba muy pendiente de las recomendaciones que le daban los médicos del Hospital Argerich. Aún así, trabajaba para mantener a su pareja, para esperar a su hijo, para sobrevivir. Cuando su hermana Yaniris le planteó que tratara de ponerle un límite a esta situación, la pareja se mudó al hotel Arlequín, de San José 1019, en el barrio de Constitución. En una de sus veinte habitaciones Santa fue asesinada a golpes y puñaladas.

La última vez que vieron a Santa con vida fue el domingo 16 a las 12 de la noche. Había ido a cenar junto a Alejandro, su pareja, a uno de los restaurantes de la zona de San José y Cochabamba, habitada por la comunidad dominicana. Su hermana Yaniris recibió su llamado ese mismo domingo, poco después de la medianoche. No sabía que sería el último y la despidió como siempre, sin alarmarse. Cuentan que a las 2 de la mañana lo vieron a Alejandro en la discoteca Bom Bom, a pocas cuadras de allí y luego, en un bar de la zona. En los dos lugares dicen llevaba la camisa ensangrentada y la cara arañada. “Cuando alguien le preguntó, dijo: me cargué a unos tipos”. Los relatos le pierden el rastro a las 5 de la mañana. Desde entonces está prófugo.
Recién dos días después, la encargada del hotel Arlequín llamó a la policía, alertada por el olor que salía del cuarto de la pareja. El amigo que fue convocado a la habitación para reconocer el cadáver cuenta así lo que encontró: “No había mucho desorden. Ella estaba desnuda, tirada en el piso. Tenía la cara desfigurada por los golpes. Tanto, que le dije a la policía que no la podía reconocer. Me pidieron que me concentraran en el cuerpo. Y sí: ella era así de flaquita, pero tirada ahí parecía más nena todavía”.
A partir de entonces, Santa se convirtió en el sumario 805 que tramita el juzgado de Instrucción Nº 16, a cargo de la doctora Bruniard, secretaría Nº 11. Ni su hermana ni sus amigas saben nada al respecto, ya que no tienen abogado ni “gente que entienda”. Son varias las cosas que ellas necesitan comprender. No saben por qué aún no le entregaron el cuerpo, por ejemplo. Pero mucho menos cómo la pareja de Santa pudo circular con impunidad durante tantas horas en un barrio donde la presencia policial se hace sentir, especialmente en ellas. Lo que es para mí es más difícil de entender es lo que a ellas menos las sorprende: cómo nadie en el hotel pudo escuchar la pelea que se terminó con la vida de Santa. “El miedo”, responden estas mujeres, que saben lo que es vivir rodeada de ciegos.
El crimen de Santa, sin embargo, las mantiene unidas y firmes. El martes pasado, ejemplo, se reunieron frente a la Embajada de la República Dominicana (Santa Fe 836) para exigir que “algo haga”. Hasta ahora no recibieron ni una respuesta. “Sino este crimen quedará como tantos otros de nuestras hermanas: olvidado por todos, menos por nosotras, que todavía las lloramos”.

la nota es de...

http://lavaca.org/seccion/actualidad/1/1690.shtml
publicada 10/04/2008

Marta (Tuki) dijo...

Por cierto,a mí también me encanta Audrey.
Dejarte liar,que simplemente te líen...Ciertamente es uno de los mayores placeres
Un besito enorme
*Tuki

PIZARR dijo...

No se que ocurre con algunos comentarios, pero el otro día tras la última muerte, lo primero que hice fué entrar en tu blog y comentar algo.

Ahora veo que no está mi comentario...

¿Sabes? tras tu comentario sobre las muñecas, yo también he pensado en lo que decías y a pesar de que en mi niñez no había la cantidad de medios que hay ahora y de juguetes de todo tipo... pues no recuerdo de ninguna muñeca deseada.

Es que yo jamás pedí ninguna, me conformaba con lo que me traían. Me ha hecho pensar lo diferente que era a como luego ha sido mi hija por ejemplo. Ella siempre tenía largas listas de cosas esperando para los Reyes, Papa Noel, el ratoncito... tenía para todo el mundo.

Claro está que el bombardeo actual televisivo es excesivo. Mi padre se negó a tener televisión en casa durante muchos años. Ahora agradezco aquella decisión.

UN BESO

María Marta Bruno dijo...

Yo tampoco quiero pasar en silencio... AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!