Sé que nunca me llevarás a bailar

Detestado año 2008.

Te dedico estas letras para despedirme, despedirte…tengo ganas, muchas, de perderte de vista. Has sido mi annus horribilis. Pocas sonrisas guardaré con tu recuerdo. Las ha habido, sin duda, pero la balanza no es favorable al haber. No creas que te guardo rencor. Han habido buenos momentos, claro que si. He conocido gente nueva, amigos viejos que se han convertido en nuevos y nuevos que se han convertido de golpe en viejos amigos. Y he recuperado viejos sonidos y libros.
Pero, también he llorado, sentido la soledad como un peso, la ansiedad del acoso, sentido la falta de ternura, he echado de menos caricias, besos, miradas cómplices, sueños compartidos…en fin poco tengo que brindarte. ¡Hasta un maldito rayo has enviado, obligando mi introspección!.

Has hecho que en la soledad de la alcoba haya repasado ideales, sentimientos…has removido dolorosamente mi vida y creencias. He sentido la amargura del amor. He sufrido la pérdida del amigo.

Me has obligado a añorar, y con la añoranza llegó la melancolía, y con la melancolía la tristeza. Y con la tristeza la sonrisa de lo real.

Y al fin he sabido que no habrá limusina esperándome a la salida del trabajo. Que no habrá flores por todos los rincones de la casa que me embriaguen con su olor al entrar. Ni cena romántica. Ni baile. He despertado del sueño.

He aprendido a no esperar sorpresas… nunca vienen cuando las deseas.

Guardaré cartas, fotos, mensajes…que me ayuden a no olvidar.
Guardaré cartas, fotos, mensajes…que me hagan olvidar…
Y después guardaré los olvidos y los recuerdos.
Y brindaré por la limusina que nunca vendrá, por las flores que jamás me embriagarán, por esa cena que no volveré a soñar.
Sé que nunca me llevarás a bailar.

A pesar de todo, abrazada al futuro bailaré, sorprendentemente bailaré.
Y desearé.